Un día, en 1972, al doctor Rosenhan se le ocurrió una extraña idea. Llamó por teléfono a ocho amigos y les preguntó si tenían algo que hacer durante el próximo mes. Cuando Rosenhan les explicó lo que se proponía, todos dejaron de lado su agenda, sus trabajos y sus vidas familiares y respondieron que no. No tenían nada que hacer en absoluto durante el próximo mes. La semana siguiente fue extraña para David Rosenhan y sus ocho amigos. Ninguno de ellos se duchó, afeitó, depiló ni lavó los dientes. Además, es probable que el experimento que se proponían llevar a cabo los estuviera poniendo bastante nerviosos. Por fin, una mañana, se levantaron de la cama y se vistieron con ropa manchada o vieja. Salieron de sus casas y se dirigieron, cada uno de ellos, a un hospital psiquiátrico con servicio de urgencias. Eran hospitales de todo tipo, desde los más lujosos a los más baratos. Hospitales psiquiátricos repartidos por todos los Estados Unidos.
Cuando fueron atendidos solo mintieron en su nombre y en su residencia. El resto de datos que proporcionaron eran completamente ciertos. Por fin, en todos los casos, en todos los hospitales, el médico les hacía la pregunta crucial.-¿Por qué está usted aquí, señor?
-Oigo voces -respondían todos.
Debían decir que oían voces, pero que lo único que podían distinguir eran estas tres únicas palabras: empty (vacío), hollow (hueco) y thud (ruido sordo).
Rosenhan estaba convencido de que la psiquiatría tenía problemas graves. Licenciado en psicología y en derecho, Rosenhan se dispuso a preparar un experimento con el que averiguar la fiabilidad de los diagnósticos psiquiátricos: infiltrar un grupo de falsos pacientes. Las instrucciones que dio a sus amigos fueron bien simples. Solo debían mencionar las voces imaginarias en el momento de su ingreso. Inmediatamente después de ingresar, aquellos que ingresaran, debían decir que ya estaban bien. Lo único que tuvieron que ensayar antes del experimento era como esconder pastillas bajo la lengua. A todos ellos se les diagnosticaron enfermedades graves: esquizofrenia paranoide y psicosis maniacodepresiva (lo que hoy se conoce como trastorno bipolar). Todos ellos fueron ingresados. Los psiquiatras que los trataron explicaron su locura en base a las experiencias personales de cada uno de ellos. En todos los casos, para los médicos que diagnosticaron a los falsos pacientes, sus problemas eran consecuencia de sus experiencias personales. Una vez ingresados todos los participantes en el experimento se comportaron de forma completamente normal. Dijeron a los médicos que ya estaban bien. Que ya no escuchaban las voces. Eran educados, comían y, en teoría, tomaban su medicación, un montón de pastillas que ocultaban bajo la lengua y luego escupían en el váter. Sin embargo todos permanecieron ingresados una media de 19 días, 7 días el que menos y 52 el que más. Todos fueron dados de alta por “una buena reacción al tratamiento y unaremisión de los síntomas”. Ni los médicos ni las enfermeras se dieron cuenta de que sus pacientes estaban completamente sanos. Los locos sí (!!!!!!). Uno de ellos le dijo a Rosenhan: “Tú no estás loco. Eres periodista o profesor” Y otro: “Estás espiando el funcionamiento del hospital”En 1973 Rosenhan publicó un artículo en la revista Science sacando a la luz su experimento y dejando a la psiquiatría con el culo al aire. Se títulaba “On Being Sane in Insane Places” ("Acerca de estar sano en un medio enfermo") y con él, Rosenhan se ganó el desprecio de multitud de psiquiatras.
Un hospital negó la validez científica del experimento y aseguró la completa eficiencia de su servicio de urgencias. Lanzaron un reto a Rosenhan: durante los tres meses siguientes debía enviar uno o más pacientes falsos al hospital y éste se comprometía a detectarlos con facilidad. Sus psiquiatras no erraban en los diagnósticos. Rosenhan recogió el guante. Los resultados no pudieron ser más favorables para el hospital ya que sus psiquiatras detectaron con suma facilidad y sin género de duda a 41 impostores.Sin embargo, Rosenhan no había mandado a nadie... Habría sido interesante contemplar las caras de los psiquiatrascuando conocieron esto, así como saber que fue de los pacientes que, con algún problema grave (alguno habría entre los 41), fueron enviados a casa acusados de farsantes.Extraído en su mayor parte de Un barco más grande
Impactante no? a pesar de todo lo que leí y escuché sobre antipsiquiatría y otras corrientes (de varias disciplinas, como la antropología médica o la psicología social) que critican al modelo médico hegemónico, y en especial a la hegemonía de la psiquiatría en materia de salud mental,esta es una de las pruebas más contundentes de la falsa sabiduría científica que la psiquiatría pretende adjudicarse, y por lo tanto de la ausencia de motivos científicos que expliquen el enorme éxito de dicha disciplina. Pero más allá de lo que atañe a la psiquiatría, la experiencia de Rosenhan dispara una cantidad de cuestiones referidas a nuestras creencias, actitudes y conductas como personas y como sociedad.
Alguien voló sobre el nido del cucoAlgo que se me vino a la cabeza fue la película
One flew over the cuckoo's nest, traducida a veces como "Alguien voló sobre el nido del cuco" o "Atrapado sin salida", ambas traducciones desacertadas pues no transmiten la intención que la película de
Milos Forman promueve a través del título. En efecto,la frase viene de una rima que recuerda uno de los personajes (el Jefe Bromden) en su estancia en el manicomio. Su abuela decía: "Uno voló hacia el este, uno voló hacia el oeste, y uno voló sobre el nido del cuco". Cada uno elige hacia donde quiere ir, elige un camino, que no será el mismo para todos, pero debe ser respetado.
En la película (basada en la novela de
Ken Kesey) vemos que, de manera similar a lo que harían Rosenhan y sus amigos,
Jack Nicholson intentaría, con éxito, ser aceptado en un psiquiátrico, a pesar de ser una persona "sana y normal". Dentro del psiquiátrico conoce a una persona aborigen (el Jefe Bromden) que también decidió voluntariamente internarse a pesar de no ser enfermo mental.
Pero ¿quién es enfermo mental? como podemos saber cuando una persona es enferma si los supuestos especialistas en salud mental no pueden diferenciar a una persona sana de una enferma, o más bien, creen ver un enfermo donde no lo hay?. Una herida al ego de la psiquiatría acestada por Rosenhan, y trasladada al cine por Milos Forman, con un mensaje moral bastante claro.
Vuelvo a preguntarme: quién está enfermo? qué fundamentos tenemos para decir que alguien está loco? y una cuestión aún mas preocupante ¿acaso somos cómplices del aislamiento, el encierro de personas que simplemente no se comportan como nosotros?
FoucaultUn autor obligado para quien se preocupe por el tema es
Michel Foucault. Aclaro que todavía me falta conocer muchísimo de su obra, pero es él uno de los autores que más ha investigado sobre la locura, tema que forma un eslabón en su doctrina sobre las sociedades de control y los mecanismo de poder que en ellas estan implícitos.
Foucault llama la atención sobre la desestimación del dicurso del "loco", que es rechazado por mecanismos de poder que sólo constituyen como verdaderos ciertos discursos y excluye de la verdad a otros; le quitan al discurso del loco cualquier grado de validez. Y eso cala hondo en las
sociedades de control, que se asemejan muchísimo a la sociedad en que nos encontramos hoy día (hasta el día de su muerte Foucault sostenía que vivimos en sociedades de control). El experimento de Rosenhan vuelve a iluminarnos el panorama: médicos y enfermeras (recordar a la Srta Ratched, la enfermera jefe de la película de Forman) desestimaban a las personas que consideraban enfermas mentales, y los "locos" fueron los que se dieron cuenta de que Rosenhan y sus amigos no lo eran. Su discurso era muy cierto, pero ¿quien va a creerle a un loco?
Aún mas, los "locos" no sólo son desestimados, sino que son encerrados y excluídos de cualquier contacto con el resto de la sociedad, con los normales. Se encierra a los locos con la intención de curarlos? el discurso médico dirá que sí, y gran parte de la población estará de acuerdo. Pero quien sepa en que condiciones viven (sobreviven) dentro de un psiquiátrico, se dará cuenta de que no es así. Simplemente se los vigila y se los controla, y en la mayoría de los casos no se los trata como personas.
En
La historia de la locura podemos ver el esfuerzo más sistematizado de Foucault por entender la locura, investigando cómo esta iba siendo reconsiderada de distintas maneras a lo largo de la historia. Intenta hacer la historia de ese gesto de exclusión por el que los hombres se constituyen y se reconocen a sí mismos como cuerdos, enfrentándose al otro, al loco, al enfermo. Al inicio del prólogo incluye una cita de
Dostoievsky (otra mente brillante):
"Sólo enfermando al vecino, es como uno se convence de su propia salud".
La locura siempre ha sido lo otro, lo diferente, y ha sido explicada en cada época de distintas formas. Pero todas ellas han coincidido en su marginación: la palabra del loco se silencia, pasa a ser la palabra de la insensatez. La locura siempre ha sido, incluso en el lenguaje más cotidiano, el nombre con el que se identifica lo otro, lo ajeno, lo que se escapa del orden y la disciplina de las cosas.
Me gustaría que la gente vea como la anormalidad es rechazada automáticamente, sin ningún fundamento. Casi siempre naturalizamos cosas que son el resultado de una construcción social e histórica. La marginación del "loco" es un buen ejemplo. Me permito ser utópico un momento y tratar de imaginarme cómo serían las cosas si empezáramos a ver más allá de lo que tenemos frente a los ojos.