viernes, 7 de septiembre de 2007

Experiencias traumáticas: pedos

No se si hay alguna epidemia dando vueltas por Mardel, pero últimamente estoy siendo víctima de personas irrespetuosas que dejan escapar sus gases naturales en espacios publicos y cerrados. Y si estoy escribiendo esto es porque verdaderamente estoy con las pelotas por el piso por culpa de esa clase de personas. Primero en el gym. Hago mi rutina como corresponde, me quedo conforme por mi desempeño y me dirijo hacia la cinta para culminar, con eso que llaman "lavado láctico". En otra cinta al lado mio se encontraba desde hacia un tiempo ya, un señor mayor a quien cruzo en varias oportunidades, por lo que lo salude amablemente. El señor devolvió el saludo y alrededor de 5 minutos después finalizo su actividad en la cinta, y se dirjió hacia la bici. Pero no se iría sin dejar antes un rastro de su presencia, un aroma que se topo inmediatamente con mis quimiorreceptores, quienes transmitieron la información a una velocidad insuperable, y en cuestión de milésimas de segundo mi cerebro me informaba acerca de un olor desagradable, que se acrecentaba cada vez mas ingresando en mis vías respiratorias. El cronómetro del aparato marcaba que me quedaban alrededor 10 minutos para finalizar, por lo que seria muy poco propicio detenerme; no tenia otra opción, debía mantenerme firme en mi posición y continuar con el ejercicio, a pesar de que el olor se volvía progresivamente mas insistente, en vez de disminuir como yo esperaba. Ese martirio duro alrededor de 3 minutos, quizá los 3 peores minutos en mucho tiempo, a los que le siguieron unos minutos de recuperación en los que la estela olorosa se iba desvaneciendo poco a poco... Hacer cinta tratando de respirar lo menos posible fue tan torturador como hacerlo respirando los gases tóxicos de ese viejo choto. No te tires mas pedos cuando estas al lado de alguien viejo de mierda!!!!. Otra situación igualmente catastrófica tuve que padecer en el colectivo, el mismo fuckin' día. Ya tenia sabido que el colectivo que me tomara iba a venir lleno y que probablemente tuviera que viajar colgado casi con un pie fuera del escalón, pero por suerte me encontré con que al tomarlo pude ingresar y, a fuerza de empujones, codazos, mochilazos, y "permiso", llegue hacia el otro extremo, y milagrosamente un lugar se despejo justo en ese momento, por lo que pude finalmente obtener asiento (desconosco si alguien mas en el colectivo aspiraba a hacerse con el asiento antes que yo). Sentado y escuchando Interpol en mi mp3, con mi mochila apoyada en mi regazo, estaba dispuesto a tolerar media hora de viaje hasta mi hogar, pero media hora sentado al menos. Sin embargo mi cabeza no se despejaría por mucho tiempo, pues a los pocos minutos comienzo a sentir un desagradable aroma similar al despedido por aquel anciano decrépito en el gimnasio. "Tal vez sea un efecto a largo plazo de aquel pedo" pensé ingenuamente, para luego caer en la cuenta de que el flaco que estaba a mi izquierda se había tirado un pedo de tonalidad aun mas fuerte. Y estaba seguro que era del tipo de mi izquierda, pues volteando mi cabeza hacia la derecha lograba evitar en parte el efecto de aquel gas. Pasado unos minutos, me propuse pensar en que tal vez mi viaje no seria tan malo, que tal vez podía tararear mentalmente algunas canciones de Interpol hasta llegar a casa, o que tal vez podría observar a las viejas tratando de utilizar un celular como si fueran un animal de experimentación al que le ordenan manipular algún objeto. Pero todos estos pensamientos se hicieron añicos cuando mi cerebro me alertaba una vez mas de un poderoso pedo, con la misma intensidad (o quizás aun mas) que el anterior. Mi fastidio ya se traducía en la expresión que adopto en mi cara, además trate de aguantar la respiracion y luego libere fuertemente el aliento, y el suspiro pudo ser oído por varios pasajeros incluido el pelotudo responsable del pedo, incluso yo mismo lo escuche a pesar de tener el mp3 a un volumen considerablemente alto (recordad que tengo que competir con el ruido del motor del colectivo). Esa horrible sensación duro bastante tiempo, lo que me llevo a suponer que seguramente se habría tirado otro mas, suposición que también me hizo dudar y preguntarme si el problema no seria yo. Pero la respuesta me seria dada cuando, al estar mas vacío el bondi, me dirigí rápidamente al primer asiento desocupado que encontré y, en efecto, pude escapar a esa estela de olor que me había atormentado durante gran parte del viaje.
¿Por qué sera que la naturalidad humana supera a la vida en sociedad en estos aspectos y no en otros que pudieran resultar mas favorables?


1 comentario:

Anónimo dijo...

ME HICISTE MORIR DE RISA!!! Es una tragedia...pero cómicamente relatada...
=)